Está claro el papel fundamental que la familia desempeña cuando de inculcar hábitos se trata. En la creación de hábitos lectores no podía ser una excepción. Los más pequeños, con sus actitudes de imitación, suelen reflejar de forma bastante fidedigna el status que ocupa la actividad lectora en su casa. No siempre es así, pero en general se desprende que, si en una casa los adultos leen con frecuencia, si se dedica tiempo e interés a ello, los niños suelen adquirir el hábito de lectura sin ninguna dificultad. En los colegios lo sabemos bien.
Por eso en todos los centros escolares la Biblioteca, tanto la Central como la de cada aula, es un espacio privilegiado y especialmente cuidado. Un escenario donde los niños pueden ser protagonistas de sus propias fantasías, porque un libro es una puerta abierta a la imaginación, a la interpretación. Se dedica mucho tiempo y bastante presupuesto a dotar a las Bibliotecas de libros amenos, adaptados a la edad, instructivos, que inviten a los niños a leer con ganas y con asiduidad. A lo largo de toda la escolaridad, los alumnos disponen de cuantas posibilidades están en mano de los centros para acudir a los libros como el que va a ver a un buen amigo. Y pueden elegir, pueden demostrar su carácter, sus intereses y preferencias.
En la medida que en la escuela consigamos este objetivo, estaremos facultando al niño para que más adelante sea capaz de realizar elecciones inteligentes, adquiera el gusto por lo bello, por lo elaborado, por lo bien hecho, y habremos contribuido a inculcar en su carácter fragmentos de perfección.