Comienzan las vacaciones de Semana Santa, y este año caen relativamente tarde. Pero, ¿por qué algunos años las celebraciones de la Semana Santa caen tan pronto y en otras ocasiones tan tarde?
Hay que hacer un poco de historia para responder esta pregunta. La Semana Santa, como todos sabemos, es la conmemoración de los acontecimientos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Las fechas más importantes son el Domingo de Ramos, el Jueves Santo, el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección. En algunos lugares se alarga la Semana Santa con la celebración del Viernes de Dolores (previo al Domingo de Ramos) y el Lunes de Pascua (siguiente al Domingo de Resurrección).
Los primeros cristianos quisieron asociar la celebración de la Resurrección con la antigua fiesta de la Pascua judía, que en un principio era el paso del invierno a la primavera, dotando así de mayor simbolismo este acontecimiento. La palabra griega pascha (pascua) es traducción del arameo phasha y del hebreo pesah, que significan paso o tránsito. Los hebreos celebraban siempre la Pascua el día 14 del mes de Nisan (séptimo mes de su calendario, de mediados de marzo a mediados de abril), con la primera luna llena de la primavera.
Pero los cálculos eran complicados en aquella época, y además hubo discrepancias a la hora de fijar las fechas. La controversia estaba en acordar si se debía celebrar la Pascua como lo hacían los judíos, el decimocuarto día después de la luna llena, sin importar el día de la semana que fuera, como querían las iglesias de Asia Menor, o si se debía celebrar siempre en Domingo, como quería la iglesia romana. En estas disquisiciones se entretuvieron casi seis siglos, en los que hubo condenas por uno y otro lado; incluso se llegó a excomulgar a los cuartodecimanos, también llamados terountes (observantes), que celebraban la Pascua con los judíos.
Fue Dionisio el Exiguo, en el año 525, quien consiguió que las fiestas se fijaran según el calendario alejandrino, al convencer a los romanos de su utilización. Éste era el calendario más exacto conocido hasta entonces; fue elaborado por el egipcio Sosígenes bajo encargo de Julio César, en el año 45 a. C.; fijaba la duración del año en 365 días y 6 horas, con un margen de error de sólo 11 minutos y nueve segundos al año, menos de un segundo al día.
Hay que hacer un poco de historia para responder esta pregunta. La Semana Santa, como todos sabemos, es la conmemoración de los acontecimientos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Las fechas más importantes son el Domingo de Ramos, el Jueves Santo, el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección. En algunos lugares se alarga la Semana Santa con la celebración del Viernes de Dolores (previo al Domingo de Ramos) y el Lunes de Pascua (siguiente al Domingo de Resurrección).
Los primeros cristianos quisieron asociar la celebración de la Resurrección con la antigua fiesta de la Pascua judía, que en un principio era el paso del invierno a la primavera, dotando así de mayor simbolismo este acontecimiento. La palabra griega pascha (pascua) es traducción del arameo phasha y del hebreo pesah, que significan paso o tránsito. Los hebreos celebraban siempre la Pascua el día 14 del mes de Nisan (séptimo mes de su calendario, de mediados de marzo a mediados de abril), con la primera luna llena de la primavera.
Pero los cálculos eran complicados en aquella época, y además hubo discrepancias a la hora de fijar las fechas. La controversia estaba en acordar si se debía celebrar la Pascua como lo hacían los judíos, el decimocuarto día después de la luna llena, sin importar el día de la semana que fuera, como querían las iglesias de Asia Menor, o si se debía celebrar siempre en Domingo, como quería la iglesia romana. En estas disquisiciones se entretuvieron casi seis siglos, en los que hubo condenas por uno y otro lado; incluso se llegó a excomulgar a los cuartodecimanos, también llamados terountes (observantes), que celebraban la Pascua con los judíos.
Fue Dionisio el Exiguo, en el año 525, quien consiguió que las fiestas se fijaran según el calendario alejandrino, al convencer a los romanos de su utilización. Éste era el calendario más exacto conocido hasta entonces; fue elaborado por el egipcio Sosígenes bajo encargo de Julio César, en el año 45 a. C.; fijaba la duración del año en 365 días y 6 horas, con un margen de error de sólo 11 minutos y nueve segundos al año, menos de un segundo al día.
Con esa ayuda, las comunidades cristianas acordaron fijar como Viernes Santo el primer viernes después de la luna llena a partir del equinoccio de primavera. Teniendo en cuenta la colocación de este día se sitúan todas las fechas importantes de estas festividades y las relacionadas directamente (el Carnaval, descontando los 40 días de la cuaresma previos a la Semana Santa).
Por eso, la Semana Santa podrá estar comprendida entre el 22 de marzo y el 25 de abril, según caiga la luna llena posterior al equinoccio de primavera. Por ejemplo, el año 2016 el Viernes Santo cayó el 25 de marzo, pero en 2017 lo hace el 214 de abril.
Por eso, la Semana Santa podrá estar comprendida entre el 22 de marzo y el 25 de abril, según caiga la luna llena posterior al equinoccio de primavera. Por ejemplo, el año 2016 el Viernes Santo cayó el 25 de marzo, pero en 2017 lo hace el 214 de abril.
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