¿A qué juegan los niños en el colegio? Los patios de recreo son uno de los espacios privilegiados para socializarse durante la edad infantil.
Todos recordamos nuestra infancia y el sonido exacto de la sirena (o campana -literalmente) que decretaba de forma imperativa una amnistía parcial en asuntos tan graves como el de rendir cuentas del trabajo realizado o por realizar en la clase. O tempora, o mores!, que decía Cicerón y nosotros repetimos cuando nos puede la nostalgia.
Los juegos de siempre nos sacaban de la rutina y, a falta de artilugios tecnológicamente avanzados, nos transportaban a otros universos: los mundos niños donde todo era posible con un poco de imaginación y algo de habilidad. Además, siempre había algún balón (de goma) para creerse Gento, Cruyff o Arconada.
Los nuevos tiempos traen nuevas prácticas, también en el ocio de los más pequeños. Proliferan las "maquinitas", los ingenios informáticos y utensilios de todo tipo que inducen al aislamiento, al ostracismo virtual. Aunque suene a tópico, algunos niños no saben jugar.
Afortunadamente, la escuela apuesta más que nunca por devolver a los alumnos lugares de la infancia que no deben perderse. Entre sus labores no es la más pequeña la de enseñar a los niños a jugar a ser niños y a divertirse en compañía, a establecer las reglas y a resolver conflictos sin la ayuda de los mayores. Se organizan frecuentemente jornadas y maratones de juegos tradicionales y se aportan los materiales necesarios para ello. Y les gusta.
Hoy, en el patio del Margarita, como en el de muchos centros, los niños siguen siendo niños y los patios lugares de encuentros y desencuentros. Sigue circulando el balón, ahora también de baloncesto, que para eso somos campeones del mundo; pero lo que más me gusta es que los niños siguen manteniendo esa capacidad para sorprenderse y sorprendernos que les da una creatividad sin censuras... si se lo proponemos.