martes, 3 de febrero de 2009

La Biblioteca Escolar. Forja de lectores.

Está claro el papel fundamental que la familia desempeña cuando de inculcar hábitos se trata. En la creación de hábitos lectores no podía ser una excepción. Los más pequeños, con sus actitudes de imitación, suelen reflejar de forma bastante fidedigna el status que ocupa la actividad lectora en su casa. No siempre es así, pero en general se desprende que, si en una casa los adultos leen con frecuencia, si se dedica tiempo e interés a ello, los niños suelen adquirir el hábito de lectura sin ninguna dificultad. En los colegios lo sabemos bien.

¿Por qué somos siempre tan insistentes con el hábito de la lectura? Sobre todo, estamos convencidos de que la lectura beneficia a quien la ejercita: abre la mente a nuevos mundos, capacita al entendimiento para nuevos retos y nos permite conocer otros universos sin movernos del sillón o la sala. Nos da la oportunidad de soñar, de imaginar y de recrearnos. Además nos pone en contacto con otras formas de pensar, de ver la realidad, y nos obliga a ejercitar nuestra capacidad crítica ante las cosas.


Por eso en todos los centros escolares la Biblioteca, tanto la Central como la de cada aula, es un espacio privilegiado y especialmente cuidado. Un escenario donde los niños pueden ser protagonistas de sus propias fantasías, porque un libro es una puerta abierta a la imaginación, a la interpretación. Se dedica mucho tiempo y bastante presupuesto a dotar a las Bibliotecas de libros amenos, adaptados a la edad, instructivos, que inviten a los niños a leer con ganas y con asiduidad. A lo largo de toda la escolaridad, los alumnos disponen de cuantas posibilidades están en mano de los centros para acudir a los libros como el que va a ver a un buen amigo. Y pueden elegir, pueden demostrar su carácter, sus intereses y preferencias.


Las Bibliotecas escolares son lugares distintos, donde el alumno se encuentra en un entorno agradable, atractivo, que le ayuda a enamorarse de la lectura. La nuestra, por ejemplo, es un castillo -La fortaleza de las palabras- con dragón y todo (Safira, nuestra mascota). Todos recordamos nuestros años infantiles, y tenemos en la memoria unos cuantos títulos que nos marcaron para siempre como lectores.


En la medida que en la escuela consigamos este objetivo, estaremos facultando al niño para que más adelante sea capaz de realizar elecciones inteligentes, adquiera el gusto por lo bello, por lo elaborado, por lo bien hecho, y habremos contribuido a inculcar en su carácter fragmentos de perfección.